Fotografía Erótica : Historia de la fotografía erótica masculina


La fotografía del desnudo masculino es la representación fotográfica donde se muestra el desnudo del hombre. Este tipo de fotografía ha tardado tiempo en ser aceptada como una forma legítima de expresión artística en la historia de la fotografía. 



La fotografía mostraba la posibilidad de proporcionar modelos para los artistas y diseñadores a un precio excelente, pero se criticó la crudeza de la representación, que estaba constantemente rozando la obscenidad. Este peligro era mucho más presente en el caso del hombre desnudo, ya que, como se alegó para justificar el tabú, su cuerpo tiene los genitales expuestos (por no decir exhibidos), algo que no sucede en las mujeres. 




Entre los fotógrafos que realizaban obras para artistas, se debe mencionar a Cavalas, a Jean Louis Marie Eugène Durieu (1800-1874) y a Gaudenzio Marconi (1841-1885). Algunas de las de Durieu se realizaron bajo encargo expreso de Eugène Delacroix y Auguste Rodin realizó encargos a Marconi. . Los modelos son colocados al lado de espejos que multiplican los puntos de vista de la imagen, colgados de trapecios, recostados sobre divanes apoyados en vertical sobre paredes (con un efecto a veces cómico), buscando exclusivamente maximizar la utilidad técnica de la imagen, aunque sea a costa de la belleza de la composición.




Entre las imágenes científicas que aún son apreciadas por su valor estético están las del británico Eadweard Muybridge, que estudió en los Estados Unidos el movimiento de los animales, incluyendo el de los seres humanos (ciertamente desnudos), tomando imágenes en cortos intervalos con cámaras no sincronizadas, para combinarlas más tarde creando secuencias de imágenes que debían permitir estudiar las fases del movimiento (cronofotografía). 



Las posibilidades abiertas por la fotografía en el campo del erotismo no pasó desapercibido: las primeras fotografías de mujeres desnudas o semidesnudas fueron prácticamente contemporáneas a la invención del nuevo instrumento técnico. La producción sin embargo fue duramente perseguida por las autoridades y confinada a menudo a la producción promocionada en los burdeles, en los que se empleaba para describir al cliente de forma rápida el «catálogo» de las prostitutas presentes.



Aún más rara y más perseguida fue la producción erótica de desnudos masculinos, que tenía un mercado casi exclusivamente homosexual, en un mundo en el que la homosexualidad era un delito en muchos países occidentales. Esta es la razón de que la foto del desnudo masculino fuera reducida a aparecer bajo actividades aceptables para la sociedad de la época. 


                               


La mayoría de los fotógrafos de cierta calidad que realizaban fotos de desnudos trabajaban en Italia. Entre los que trabajaron fuera hay que mencionar al estadounidense Fred Holland Day. Day se esforzó por dar dignidad artística a la foto del desnudo masculino, atenuando lo que entonces era visto como la «crudeza» de la imagen fotográfica, realizando puestas en escena muy exactas y manipulaciones que suavizaban los contornos del cuerpo retratado, dándoles un aire onírico. 



El nacimiento del cine, a comienzos del siglo XX, creó un nuevo campo de aplicación «legítimo» para el desnudo (no integral), tanto masculino como femenino: las fotos reveladoras de los divos de la gran pantalla, que comenzaron a ser propuestos y vendidos como «símbolos sexuales». Desde la época de los divos del cine mudo existen fotos de actores como Rodolfo Valentino o Ramón Novarro con el torso desnudo o en traje de baño. 



Hasta la II Guerra Mundial creció de forma sostenida la fotografía relacionada con el «culto a los movimientos corporales típicos de los comedores saludables y nudistas» común en muchos países europeos, hasta llegar a convertirse incluso e fenómeno de masas. Este fenómeno permitió el nacimiento de las primeras revistas dedicadas a la «cultura física», llevándolos a publicar imágenes cada vez más sensuales y eróticas, pero siempre sin mostrar los genitales desnudos.

La fotografía más apreciada en la actualidad, de entre los que trabajaron en esta época, es la de Kurt Reichert.



En cuanto al desnudo integral, durante todo el periodo de entreguerras, el comercio de fotografías de este tipo permaneció un fenómeno elitista, a menudo clandestino, limitado a ciertos países solamente, reservado a fotografías originales «artísticas», con consecuencias obvias sobre el precio y las cantidades ofrecidas en el mercado.



En la Posguerra se mantuvieron en Europa la tradicional producción de desnudo masculino ligado al arte y al deporte. Sin embargo, el grueso de la producción se desplazó a los Estados Unidos, a pesar de la paradoja de que seguía siendo un país más puritano que los europeos. El nuevo bienestar de las masas y el crecimiento vertiginoso de la subcultura homosexual habían producido una explosión de la demanda del desnudo masculino comercial. 




La fotografía beefcake («pastel de carne»), aprovecho el enorme éxito del culturismo justifico las fotos de hombres con taparrabos cada vez más escasos bajo el manto de la «cultura física». Se trataba de una auténtica producción en masa, vendida directamente o por correspondencia a través de revistas de culturismo, que se ocupaban bien poco del culturismo y en cambio mucho de los culturistas. 



Entre los fotógrafos de arte hay que señalar por su originalidad están el estadounidense George Platt Lynes, el también norteamericano Carl Van Vechten que tenía una particular predilección por los retratos de hombres negros, el francés Raymond Voinquel, el alemán Herbert List, de inspiración «clasicista»; y el también alemán Herbert Tobias, abierto a relatar la historia de la naciente comunidad gay de París y Berlín de la década de 1950.



En 1968 la revista beefcake Grecian Guild Pictorial gana un recurso a la Corte Suprema de los EE. UU. que finalmente abre la posibilidad de que el desnudo masculino, incluso el integral, sea considerado como arte. Fue la apertura que permitió la aparición de una infinidad de revistas, todas «artísticas», que presentaban el desnudo masculino. El fenómeno pronto forzó los límites del «sentido común del pudor» de la época, lo que abrió la puerta a la producción de pornografía auténtica y propia, sobre todo, teniendo en cuenta la revuelta que se estaba produciendo en el mundo gay.



Con el nacimiento de la fotografía explícita, la ambigüedad del mundo beefcake desaparece. Se separan por un lado la producción pornográfica, que incluso puede contar con fotógrafos de gran nivel artístico, como Jim French, pero cuyo objetivo de hecho no es el arte, y, por otra, una creciente producción de desnudo artístico Entre los fotógrafos más notables de la Posguerra, se puede citar a Tom Bianchi, Will McBride, Tony Patrioli, Herb Ritts, Arthur Tress, Bruce Weber, este último quizás el más conocido e imitado en el mundo. 



A partir de la década de 1980, se comienza a poner en duda la distinción entre fotografía pornográfica y de arte en el desnudo masculino, principalmente a través de la provocativa obra de Robert Mapplethorpe y, en menor medida, de Arthur Tress. Ambos realizan citas deliberadas a poses y situaciones típicas de la fotografía pornográfica. 



Artistas como Bruce LaBruce producen en la actualidad mezclas intencionadas de fotos artísticas y pornográficas. A pesar de ello, ambos géneros se mantienen bien diferenciados en la actualidad.


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